En una noche casi como cualquier otra, un joven tímido e incómodo tiene su primer encuentro sexual con un viejo y experimentado truco, pero un poco hastiado. A diferencia de otras noches, a diferencia de otras oscuras y extrañas noches, esta vez la pasión es compartida, las almas son expuestas y los secretos son finalmente revelados - pero a un costo. Verán, a veces, para que alguien salga, alguien más debe entrar. De buena gana o no.
Sólo hay dos personajes en el cortometraje de Jody Wheeler: Griffin, un tipo hablador, desenvuelto, extrovertido y seguro de sí mismo; y Press, que es tímido, severo, torpe y hermético.
Jody Wheeler reflexiona sobre la dualidad desde el principio. Aquí los arquetipos opuestos se enfrentan entre sí y, lo que es más importante, se definen por sus diferencias. Si Griffin ha tenido muchas experiencias sexuales, Press sigue siendo virgen; si Griffin es activo, Press es pasivo. A pesar de esas diferencias, parecen complementarse entre sí como explica Griffin: "Tú estás solo, yo estoy solo. Juntos no lo estamos".
¿Estamos condenados a la soledad sin el otro? ¿Todo tiene que obedecer al imperativo de la dualidad hasta el extremo? Si el lenguaje es la clave para entender el mundo, no es de extrañar que un sistema binario sea el enfoque más adecuado. Ferdinand De Saussure definió el lenguaje como un sistema de oposiciones, en el que todo puede ser reducido a significante y significado. Por eso Press, en efecto, afirma que se trata de una dicotomía "luz y oscuridad, día y noche, salir - entrar" (también se podría añadir "humano - inhumano").
Sin estropear el final, si seguimos ciegamente la regla del "blanco y negro", sin reconocer los matices de los grises, entonces es lógico que salir del armario implica también algo que entra. Pero, ¿qué quedará atrapado para siempre en el armario después de que Griffin y Press duerman juntos? Ni el significante, ni el significado, eso es seguro.
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