Las vacaciones de verano están por concluir y salir del ajetreo de la
ciudad es algo tan necesario como gritar a cielo abierto, para poder eliminar el
estrés que se lleva por dentro. He decidido ir a visitar a mis abuelos que
viven fuera de la ciudad en un pueblo rodeado de un magnífico bosque; cuyo aire
fresco me sienta tan bien para olvidar todos los problemas que tengo.
Llegando a casa de mis abuelos, me instalo en una habitación pequeña con
un ventanal en dirección hacia el horizonte donde puedes contemplar el amanecer.
Cuando al acercarme y ver a través de ella para disfrutar de la grandiosa vista
de las montañas que hay alrededor, vi a un chico con sombrero y sin camisa
cerca de la barda cortando el césped y retirando la hierba del espacio contiguo
de esa habitación. Su cuerpo, marcado a causa del duro trabajo del campo era un
deleite observarlo, el sudor recorriendo sus pectorales y brazos reflejaban los
rayos del sol; causo revuelo en mi imaginación quedando yo absorto e inmóvil
observándolo. Cuando de repente el chico, quién debió sentir mi mirada. Inesperadamente volteo, la vergüenza me
invadió un instante, mi primer reflejo fue agacharme, sin embargo y sin
pensarlo me erguí nuevamente y lo saludé agitando la mano tras el vidrio de la
ventana.
Después de este momento algo bochornoso me concentré en desempacar e
instalarme, una vez terminado fui a la cocina a prepararme algo de comer, en
ese momento entró mi abuela a platicar conmigo acerca de mis padres. Y tras la
plática aproveche para preguntarle: ¿Quién es el chico que estaba en el jardín
detrás de la habitación donde me encontraba?, respondiéndome mi abuela, que es
el vecino de la granja de al lado, mencionándome que cuando yo era pequeño y
llegaba a visitarlos jugaba mucho con él.
¿Acaso no lo recuerdas?
-preguntó mi abuela-;
La verdad no lo recordaba muy
bien. -respondí.
Al siguiente día salí de paseo por el bosque ya que es un lugar muy
hermoso, en el puedes encontrar un bello lago que está muy cerca de la casa de
mis abuelos, así que me encaminé a aquel lugar.
Llegando a este lugar de ensueño me senté cerca de la orilla del lago; cuando
note que aquel chico se encontraba entre los árboles observándome; fingiendo
que no lo había visto, me levanté y comencé a rodear el lago, pensando que tal
vez le molestaba mi presencia, sin embargo, continuaba oculto entre la maleza y
los árboles, al notar su desinterés no le tome mucha importancia y continué
disfrutando del bello paisaje, fue tal mi relajación que termine durmiendo
algunas horas y tras despertar ya no se encontraba este chico.
A la mañana siguiente inesperadamente me topé con él cerca del corral de
los borregos, cuando estaba a punto de darles de comer, en ese instante se
acercó a mí y me preguntó si yo era el mismo chico con el que jugaba cuando era
niño, le respondí que sí, esto de alguna manera rompió el hielo y la tensión entre
nosotros; y desde ese momento comenzamos a platicar cual si fuéramos amigos de
toda la vida, y el silencio que de un inicio había entre nosotros, se convirtió
en una larga charla para volver a conocernos.
Hoy es sábado por la mañana, el día es perfecto, he decidido salir a
tomar fotografías en el bosque, así que saqué la cámara del estuche; y a pesar
del frío me preparé para salir. Tras caminar un par de kilómetros y estar a
punto de comenzar a subir el cerro para llegar al camino que me llevaría al
lago, me encontré con este chico de nuevo, quien se dirigía a caballo
coincidentemente al mismo lugar que yo.
Se acercó y me preguntó: ¿a dónde
vas?, sin vacilar ni un instante le digo lo que planeo hacer y se ofrece a
llevarme.
¡Vamos sube! Yo te llevo. Me dijo.
No sé montar a caballo, le respondí. Con una carcajada replicó: no te
preocupes, te ayudo a subir.
Con un poco de temor de caer lo hice, quedé detrás de su espalda. Una
vez que comienza a trotar el caballo, me dice: ¡sujétate fuerte a mi para que
no caigas!, por instinto le rodeo su cuerpo con mis brazos; al hacerlo pude
sentir la fuerza de sus músculos de su abdomen contraerse; y recordé la primera
vez que lo vi sin camisa por la ventana. Ese recuerdo agitó mi imaginación y
aunado al andar del caballo y la cercanía de mi cuerpo junto al suyo, comenzó a
provocarme una leve erección, por lo que cerré mis ojos con fuerza para
imaginar otra cosa y calmar el ímpetu de ese momento, casi estoy seguro que lo
notó, ya que mi cabeza pensaba una cosa, pero mi pene pensaba otra muy
distinta, sin embargo, no me dijo nada y continuamos nuestro camino para llegar
al lago.
Una vez que llegamos le pregunte al chico si en aquella pequeña cabaña de
madera que estaba en el islote en medio del lago vivía alguna persona, me contó
que tiene mucho tiempo de no ocuparla nadie que estaba abandonada.
En ese momento me preguntó si yo quería ir a visitarla, ya que el
disponía de un pequeño bote, puesto que para acercarnos debíamos cruzar el
lago. El único inconveniente que teníamos era ir a su casa por el. Así que
quedamos de hacerlo el próximo día, debido a que tiene que trabajar. Sin
dudarlo por un segundo acepte con agrado, diciéndole que sería genial que me
llevara ahí.
Es domingo y el canto del gallo me despierta, es un día un poco frío,
sin embargo, la emoción por estar con mi viejo amigo disipó cualquier
inclemencia del tiempo. Después de tomar mi desayuno y preparar una mochila con
alimentos y otras cosas me preparé para salir; ¿Cuándo al abrir la puerta cual
fue mi sorpresa?, que el chico se encontraba ya afuera esperándome.
Pero antes de esto debíamos ir por el bote hasta su casa, a pesar de
vivir al lado no conocía totalmente a su familia, fue entonces que supe que
vive junto con sus 2 hermanos, 4 hermanas y sus padres; así que después de una
incipiente presentación nos dirigimos a donde se encontraba y cargamos con el
bote, no sin antes avisar que nos quedaríamos una noche en la cabaña del lago,
sus palabras me sorprendieron porque en realidad yo pensaba regresar ese mismo
día al atardecer, la verdad no pude evitar decirle que no era así a sus padres,
pues al sonreírme de esa manera tan encantadora me fue imposible hacerlo.
Camino al lago, le pregunte porqué quería quedarse un día en esa cabaña,
sino que pensaba solo pasar la tarde, contestándome que era para volver a
conocernos.
Siendo ya más de medio día, y con el sol cayendo sobre nuestras cabezas
y exhaustos por cargar con el bote, por fin llegamos al lago; una vez en el
agua cargamos con todo lo necesario; al ir remando me sentí algo nervioso ya
que no sabía que podría pasar, o quizás si lo sabía y ansiaba, así que me
tranquilice y solo disfrute del momento.
Una vez llegando al islote abrí la puerta de la cabaña vieja y polvosa,
pero confortable con una pequeña chimenea, así que después de limpiarla un poco
y dejar las cosas dentro, el chico emocionado me halo del brazo para que
fuéramos a nadar, presuroso salió de la cabaña, se arrancó sus pantalones,
camisa y ropa interior y tomándose por una cuerda atada a un árbol se columpio
para aventarse al lago; después de emerger del agua me hace la señal de que hiciera
lo mismo, por lo que comencé quitándome, la ropa quedando solo en ropa
interior, cuando estando a punto de aventarme me dijo: ¡Vamos hombre quítate
todo que no te de pena!, no hay nadie cerca más que yo.
Tras dudar un poco me quite el bóxer quedando desnudo; y de esta manera
tome aquella cuerda y me lancé tal y cual lo hizo este chico, una vez dentro
del agua comenzamos a jugar a sumergirnos. Vaya experiencia tan extraña y
placentera a la vez sentí, el acercarme al cuerpo de él, sintiendo el contacto
de mi piel con la suya sin que mediara nada más que el agua fue maravilloso. Inevitablemente
este constante roce provocó que me excitara, situación que no pasó
desapercibida por este chico, quien con su risa tonta me dijo: no te
preocupes, fue culpa mía por acercarme demasiado a ti, al notar su expresión
solamente sonreí y continuamos jugando dentro del lago.
Después de haber pasado un buen rato nadando, salimos y nos recostamos
en la orilla del islote totalmente desnudos observando el increíble azul del
cielo que nos rodeaba y la suave brisa del viento secando nuestros cuerpos;
comenzamos jugando dándole nombre y forma a cada una de las nubes que paseaban
en el increíble firmamento.
El cansancio había hecho efecto en mí y cerré mis ojos tomando mi nuca
con ambos brazos, cuando en ese instante el chico se acercó y me besó
rápidamente, abro los ojos y me dice: Ven vamos dentro es hora de comer.
Una vez dentro, un silencio incomodo invadía por un momento aquella
cabaña, ya que aquel beso provocó que nos sintiéramos un poco apenados, sin
embargo, no impidió que nos acercáramos a gozar de toda aquella deliciosa
comida, inevitablemente era cuestión de tiempo para volvernos a mirar el uno
con el otro; y perdernos en nuestras miradas.
Con nuestros estómagos llenos y con el sol anunciando sus últimos rayos
del día, el chico decidió encender una fogata fuera de la cabaña, ya que la
noche pronto se convertiría en nuestra compañera. Ambos nos sentamos cerca del
fuego en aquel islote en medio del lago en donde iniciaríamos a conocernos de
nuevo.
Comenzamos platicando de nuestros temores, decepciones, sueños, y experiencias;
cuando en medio de nuestra charla no pude evitar preguntarle: ¿Eras tú quien me
observada aquella primera vez que fui al lago?, ¿por qué me seguías?, él se
cohibió por un momento pero al estar completamente solos y la confianza que ya nos
teníamos me dijo: acaso no lo ves!, sino porque crees que te bese, sabes tú me
gustas mucho pero tengo miedo de que mi padre y mi madre se enteren y ya no me
quieran, si les digo que me gustan los hombres, además no quiero ser señalado como un maricón.
Sabes también paso por una situación similar a la tuya, nadie en casa
sospecha que siento atracción por los chicos, y te soy sincero, me gustas y
disfrute mucho que me besaras, solo que me sentía un tanto confundido porque
todo esto es nuevo para mí.
El chico se acercó y recargo su cabeza en mi hombro, por instinto lo abrase,
cuando de repente levanta su cabeza y nuestras miradas se encentraron generando
tensión; ambos nos besamos al mismo tiempo lentamente, nuestros labios se
aprisionaron perdiéndose en un sentimiento de afecto y atracción contenido.
La pasión empieza a hacer efecto y a encender nuestros deseos, ambos nos
levantamos tomados de la mano; caminamos rumbo a la cabaña al son de nuestros
instintos.
Una vez dentro el chico desenvuelve un par de cobijas de lana que llevó,
mientras yo coloco la bolsa de dormir cerca de la chimenea, y al estar ambos de
rodillas sobre el piso acomodando lo que sería el nido donde expresaríamos
nuestros sentimientos, el deseo era ya incontrolable, nos besamos tan
apasionadamente que nuestras lenguas parecían enredarse, tan tibio, tan
excitante y emocionante resultaba cada vez que su lengua invadía y escudriñaba
cada rincón de mi boca. Ambos nos arrancamos la ropa, quedando uno frente al otros
desnudos, para por primera vez experimentar el contacto prohibido de su piel
contra la mía.
Me acerco y me recuesto sobre y coloco mi oreja cerca de su pecho para
escuchar los latidos de su corazón, tan intempestivo era su sonido a causa de
la pasión y el deseo; tomo su rostro por la barbilla y comienzo a besarlo una y
otra vez, aprisionando mi cuerpo contra el suyo, el roce de nuestra piel ha
provocado que nuestros penes estén completamente erectos por los suaves
vaivenes mientras nos frotamos.
En ese momento siento como el chico desliza sus manos a mis glúteos y
los aprieta suavemente, mientras uno de sus dedos empieza a acariciar mi ano,
haciéndome gemir cada vez que jugueteaba alrededor de el, nunca creí que se
sintiera tanto placer, las contracciones que sentía eran tan maravillosas, que
no pude evitar decirle:
Ohh si, sí acaríciame más ahí, no te detengas
Un gemido muy agudo escapa de mis labios, tanto que parecía femenino,
nunca me había escuchado de esa manera, esto motivo más al chico que empezó a
meterme su dedo, no sólo provoco que gimiera en más de una ocasión de nuevo en
ese tono tan femenino, sino que moviera mi cadera y nalgas hacia adelante y
atrás buscando sentir por completo su dedo dentro de mi ser...
Por un instante se detiene y ahora es él quien está sobre mí; besa mi
pecho, con su lengua juguetea con mis pezones, y recorre mi abdomen hasta
quedar frente a mi cintura; en ese instante cierro mis ojos y comienzo a sentir
una humedad cálida, la excitación recorre cada fibra de mi cuerpo cual si fuera
una corriente eléctrica una y otra vez.
Nuevamente se detiene como queriendo extender el momento, se acerca sin
perder de vista mi rostro, al hacerlo intercambiamos múltiples sonrisas llenas
de satisfacción y alegría; todo esto mientras nos entregamos al roce de nuestras
hombrías, y del vaivén de nuestras caderas, incrementando el ritmo poco a
poco, el sonido de frotarnos los penes lubricados por la excitación me ha
provocado que este a punto de terminar, por lo que lo detengo, me acerco a su
mejilla y le susurro al oído que quiero sentirlo dentro de mí.
El chico se incorpora y queda en cuclillas frente a mi mientras estoy
recostado, sujeta mis piernas y las levanta y dobla hasta quedar sobre mi
pecho, mientras las agarro con fuerza veo como baja su cabeza y empieza a lamer
mi ano, que sensación tan grandiosa, gemía arduamente de placer pidiéndole que
no dejara de hacerlo, mientras mi pene parecía haber eyaculado, pero no fue
así, solo había lubricado tanto debido al enorme placer que sentía.
Al notarlo el chico por un momento se detuvo, y recogió con sus dedos
todo aquel elixir del deseo y lo unto
primero en su pene, y lo restante en mi ano; y suavemente empezó a introducírmelo
despacio; que sensación tan extraña, pude sentir la punta de su pene rodearlo,
que agradable y doloroso fue por momentos; el dolor no era un dolor que hiere,
sino uno que te provoca agitación y deseo de seguir sintiéndolo; una y otra vez
entrar y salir aquel cálido pedazo de carne de hombre de mi interior era una
sensación indescriptible.
Estando aún con su pene dentro de mí, me coge por la cintura y me gira
para quedar yo recostado boca abajo quedando yo en cuatro levanta mis nalgas;
comienza a bombearme arrancándome varios gemidos al sentir casi en su totalidad
su miembro, y el roce de su vello púbico me estimulaba y excitaba aún más. Al
escuchar su respiración me pude dar cuenta que estaba a punto de venirse y tras
un gemido y quedándose quieto con su pene aun dentro pude sentir como se
contraía mientras eyaculaba dentro de mí.
Mientras aún sentía salir y recorrer su semen en mí, el chico se
recuesta a un lado mío, aprisiona con su mano mi pene completamente erecto y
comienza a estimularlo efusivamente mientras me besa y lame con su lengua la
cabeza de mi pene para después continuar con mis testículos, al ver que no
podía alcanzar el clímax lo metió casi por completo dentro de su boca, mamándolo
una y otra vez, hasta que por la enorme excitación no puede evitar venirme
sobre su rostro, a quien solo le quedo reír a causa de haberle llenado su cara
con mi semen. Con sus dedos tomo todo aquel zumo y lo puso en su boca y labios
para luego acercarse y compartir conmigo mi esencia.
Exhaustos y desahogados nos abrazamos y nos cubrimos con las cobijas
cerca del fuego de la chimenea; ya que la madrugada anunciaba un frio
inesperado, pero que inevitablemente se disiparía por la unión de nuestros
cuerpos, espíritu y alma.
A la mañana siguiente el hermoso cantar de las aves anuncia la salida
del sol que arroja sus primeros rayos no solo para el bosque y las demás
personas, sino para aquellos jóvenes que se encontraron en medio de un bosque
para liberarse de prejuicios y tensiones, para conocer, aunque sea
incipientemente lo que es el afecto de un hombre.
De regreso a casa el chico, se encontraba algo cabizbajo ya que
solamente me quedaría en casa de mis abuelos un día más; al punto de casi
llegar a su casa, volteo a verme y me preguntó que cuando me volvería a ver, a
lo cual le respondí: Prometo volver a visitarte, no sé cuándo, pero lo haré,
ambos sonreímos y nos dimos un último beso haciendo un juramento implícito de
hombres para vernos nuevamente.
FIN.