El mejor amigo de mi marido…¡un amor!
Por Liliana Nealon
Liliana, viuda, madre de seis hijos y abuela, también, se anima a
confiar esta historia de amor que involucra a Pedro, su marido, y a
Rafa, el mejor amigo de su esposo. Hay encuentros, desencuentros,
engaños, confidencias en esta trama que comparto para que podamos
comentar luego. ¿A ver qué les parece?. Rafa había sido el mejor amigo de mi esposo Pedro. Se conocieron muy
jóvenes, los dos casados, con hijos. Viajaban juntos de comisiarios de
abordo en una conocida aerolínea. Me cuentan que las dos familias
-Pedro con su ex- se encontraban a diario, cenaban juntos todas las
noches. Entre las cenas diarias y los viajes, Pedro y Rafa se conocían
muy bien. ¿O no?
Los comisarios y las azafatas de esa época lo pasaban de fiesta en
fiesta, con total destape. Hacían lo que nunca se les ocurriría hacer en
casa: comían y tomaban demasiado y no era sorprendente descubrir a
alguien saliendo de una habitación ajena en el medio de la noche. Rafa era el único que no participaba mucho en esas salidas. El
visitaba museos, trataba de ir a algún concierto, dibujar y aprender
cosas nuevas. Siempre viajaba con su guitarra y, desde afuera, se oía el
sonido de su hermosa voz cantando en su habitación. Mi esposo lo acompañaba seguido porque eran mejores amigos. Como
Rafa era “demasiado culto”, los otros comisarios lo criticaban y decían
que debía de ser “puto”. Pedro lo defendía, enojado por la falta de
cortesía de los otros. Además, ¿cómo iba a ser gay cuando era casado y
con hijos?
Cuando lo conocí a Rafa me di cuenta por qué eran tan amigos y lo
quise como un hermano desde el primer día. Los otros compañeros de
Pedro nunca me habían caído bien. A Rafa, en cambio, lo incorporamos
rápido a nuestra vida en Estados Unidos y, cuando viajaba a NY, se
quedaba en casa. Poco a poco fui conociendo a toda su familia. Yo lo
veía como un tipo súper buen mozo, elegante, intelectual y culto, con
una sonrisa inolvidable y un corazón de oro.
Cuando murió mi marido Rafa fue el único amigo de “antes” que
continuó con la amistad y que nunca me abandonó, a diferencia de los
demás, que habían invadido nuestra casa cuando estaba Pedro y que me
borraron de su vida cuando él murió. Rafa siguió viajando y yo,
invitándolo a casa. Cuando se separó de su mujer, hasta llegué a pensar
que a lo mejor pasaría algo entre nosotros. Pero Rafa, pensaba yo,
respetaba a la mujer de su mejor amigo y nunca se tiraría un lance. Después de un tiempo y a medida que el mundo gay se abría, empecé yo a
sospechar que Rafa era gay. Esperaba que algún día se atreviera a
compartir toda su vida conmigo, pero respetando su espacio. Igual, yo
sabía que, gay o no gay, siempre seríamos amigos. Habían pasado casi veinte años de la muerte
de Pedro. Una noche Rafa y yo salimos a ver ‘Secreto en la Montaña’, una
película que me impactó muchísimo. Al salir, Rafa se despidió rápido y
me dejó caminando sola a casa. Llegué llorando, no sólo emocionada por
la película sino también por la oportunidad perdida.
Un año más tarde, sentados en un café del Tigre, Rafa me dijo que tenía algo que contarme. “¿Te acordás de la película que vimos el año pasado? Bueno, yo me quedé muy mal por dejarte allí sola y no haber salido a tomar algo después”. Compartí con él mis sentimientos de aquella noche. “Bueno”, siguió Rafa: “Yo soy como ellos, esos hombres de la película, soy bi”.
Con mi acostumbrado sarcasmo, le respondí que me contara algo que yo no supiera. Sin embargo, Rafa, emocionado, siguió: “Lo que pasa es que hace
muchos, muchos años Pedro me preguntó si era gay y yo no tuve el coraje
de decirle la verdad; le dije que no. Era mi mejor amigo y le mentí.
Después se murió y nunca tuve la chance de decirle”.
Puse mi mano sobre la suya, lo miré con todos los años de ternura
acumulados y le dije: “Rafa, se lo estás diciendo en este momento”.
Sus ojos, llenos de lágrimas, no necesitaron decirme más.
Bonus track: Liliana, después de leer algunos de los
comentarios, escribió y envió este poema. Se inspiró en “la crueldad de
la gente que juzga lo que desconoce”.
Yo no soy gay
pero si lo fuera
me gustaría que me conocieras
cómo soy de verdad
que miraras en mis ojos
sin juzgarme
sin pensar en otras cosas
porque yo, cuando te veo
no te juzgo
no me pregunto
ni te pregunto
que hacés en la cama
ni dónde
ni con quién
no te defino por tu sexualidad
o tu falta de sexualidad
te veo como sos
porque yo, querido amigo
yo puedo ser tu vecina,
tu mejor amiga,
tu hermana,
tu hija,
tu mamá,
tu papá
y si fuera tu madre,
¿me juzgarías?
¿dejarías de quererme?
¿harías chistes obscenos sobre mí?
si fuera tu padre
¿te reírias de mí a escondidas?
¿me dirías puto en mi cara?
¿a mí,
tu mamá, tu papá, tu mejor amigo,
tu hija, tu hijo?
¿a mí, me juzgarías porque soy gay,
y nunca tuve el coraje de decírtelo,
porque pensé que me juzgarías?
Liliana Nealon
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